Según el Boletín de Perspectivas Climáticas de la Dirección de Meteorología e Hidrología (DMH), para los meses de julio, agosto y setiembre de 2020, en lo que refiere a pronósticos de precipitación, se prevén valores inferiores a la normal sobre gran parte del país, entre ellas la zona del Chaco, muy afectada en los últimos tiempos por el calor extremo y la sequía, por lo que las condiciones se convierten en un “combustible” para los incendios rurales y forestales.
¿Cómo se producen?
El origen y propagación de los incendios rurales y forestales dependen en parte del clima, de la topografía y del nivel de humedad del suelo.
Es importante mencionar que, en todos los casos, los factores determinantes son las temperaturas altas. Sumado a eso, los fuertes vientos pueden ayudar a propagar las chispas y acrecentar el fuego.
Las causas tienen que ver con el descuido y la irresponsabilidad. Algunas de éstas son las fogatas, las colillas de cigarrillos que se tiran sin estar apagados, las quemas agrícolas y ganaderas que se salen de control e incluso incendios provocados.
Asimismo, la mala realización de la quema prescripta, o la realización de dicha actividad en periodos secos representan una amenaza o un peligro, además de provocar consecuencias negativas para el suelo.
En otras ocasiones, la disposición inadecuada de los residuos provoca incendios; esto es, la quema de basura o bien cuando se dejan en el bosque objetos de vidrio, que es un elemento refractario, es decir, con el calor y en contacto con la vegetación seca produce fuego. Además de producir contaminación del aire y del suelo, si se pierde el control es propenso a crecer, avanzar y consumir grandes hectáreas de terreno.